
PREGUNTA
«¿Qué pasa cuando los niños empiezan a querer llamar mucho mucho la atención y no hay manera de calmarlos? ¿Es una buena opción mandarlos a su cuarto?»
RESPUESTA
¡Gracias por la pregunta!
Para escoger un curso de acción ante una situación así debemos:
1) Analizar: si es esta es una actitud repetitiva en él/la, o si es algo ocasional.
2) Considerar: el contexto en el que está sucediendo esta situación.
3) Identificar: el motivo por el cual el niño puede estar actuando de esa manera.
4) Medir: la temperatura emocional en la que nos encontramos en ese momento.
5) Separar: el hecho de que estemos ocupados o dedicando nuestra atención a algo que es importante o urgente para nosotros en ese momento, del hecho de que nuestro hijo esté queriendo llamar nuestra atención.
Veamos:
1) Analizar:
Si la insistencia o llamado de atención del niño no es lo usual, es probable que realmente esté necesitando algo de nosotros en ese momento o que hay ciertas condiciones que afectan al niño en forma circunstancial.
Incluso si es una actitud que se viene repitiendo, es importante:
2) Considerar:
Es importante considerar como fue el día del niño en aquella ocasión; si ha dormido lo suficiente por la noche, si no es hora de su siesta, si ha comido, si han caminado o jugado mucho y está cansado físicamente, etc. Si los adultos en estas condiciones tenemos altas probabilidades de estar irritables o “a media máquina”, no hay ninguna razón para esperar que en un niño sea más sencillo tener autocontrol.
También es esencial considerar si ese día han tenido algún momento de calma junto a él, cómo fue su día, si pasó algo relevante, etc. Los niños nos necesitan. Gran parte de la insistencia de los niños es una búsqueda de conexión y una expresión de la necesidad de sentir que son importantes para nosotros. En ese sentido, la necesidad no es intelectual, sino emocional; no podemos esperar que “sepan” que los queremos, el afecto es tan necesario como el plato de comida que nos afanamos por preparar para que no pasen hambre.
3) Identificar:
Por supuesto, puede haber muchos otros motivos para esta conducta; a veces podremos identificar los motivos por los cuales está sucediendo y en otros momentos no. Lo importante es saber que hay motivos y que debo estar atento/a, especialmente si esta es una conducta repetitiva, si logramos identificar el patrón que antecede a la necesidad de atención o la repetición, no será más sencillo responder en el momento.
Aquí un consejo práctico para estas situaciones:
https://darkheinoam.com/2024/02/13/llamando-la-atencion/
4) Medir:
¿Qué sucede si yo también estoy hambriento/a, cansado/a y desbordado/a?
En los momentos en que no tenemos la capacidad de responder con la madurez, la tranquilidad y la asertividad que se requiere de nosotros – lo cual es normal y perfectamente entendible – es importante que utilicemos una batería de recursos “no ideales” para lidiar con esas situaciones sin estallar.
Si bien lo ideal es prevenir estas situaciones, para no llegar a estar nosotros mismos en ese estado de desgaste (recomiendo leer el siguiente artículo: https://darkheinoam.com/2024/05/12/el-poder-del-chocolate/), cuando ya estamos frente a este desafío lo más importante de todo es reconocer que no estamos en nuestros cabales y que muy probablemente las medidas “educativas” que tome en ese momento sean excesiva.
5) Separar:
Es esencial saber de antemano que para poder realizar con tranquilidad aquello que estoy haciendo en el momento (hablando con alguien, solucionando un problema, arreglando algo, trabajando, etc.) idealmente deberé tener la capacidad de dejar de hacerlo momentáneamente a pesar de la urgencia para responder a las necesidades de mis hijos en la forma más cabal que me sea posible. Alterarme o responder impulsivamente no dará el resultado que realmente deseo, ni como padre, ni para realizar aquello que requiere mi atención urgente o es muy importante.
Quizás puedo ser más flexible con los niños en dejarlos seguir jugando un rato más con algo que en situaciones normales desearía regular más (siempre pautándolo como tiempo extra, y determinando en ese momento cuando finalizará esta licencia), tal vez tenga algún dulce, postre o merienda para calmar la ansiedad, el hambre, el aburrimiento o el cansancio de los niños. Este punto es muy particular de cada familia, lo importante es saber que la clave está en mi capacidad de responder de diferentes maneras ante una misma situación, es decir, en mi flexibilidad emocional y práctica.
La solución de “mandarlos a su cuarto”, puede funcionar en algunos pocos casos; lo ideal es darles algo atractivo para hacer en algún otro ambiente de la casa; un juego, algo para tomar, una misión, etc. Lo esencial es no perder el foco.


