Los niños están jugando entusiasmados hace largos minutos mientras tú terminas de preparar la cena. Cuando la mesa está ya servida y la comida lista, sumado a la sensación de hambre y a la necesidad de sentarte de una vez, llamas a tus hijos a comer, pero nadie está dispuesto a escuchar. Repites el llamado, pero la respuesta vuelve a ser la misma: «ya voy». Ya para ese momento tus ánimos están un tanto subidos de tono por lo que recurres al típico «¡dejen todo ahora mismo y vengan a comer!» – «es que justo me tocaba a mí» dirá alguno, «estábamos terminando de jugar», dirá otro, o quizás, «recién empezamos una nueva partida», sea como sea, algo no funcionó. Invertiste tiempo, esfuerzo y para colmo… tuviste que llamarlos hasta el cansancio.
Una idea esencial para momentos como este, es el preaviso: no esperes a último momento para avisarle a tu hijo que debe dejar de hacer lo que está haciendo “ahora mismo”. En lugar de ello, te invito a tomar el hábito de avisarles, con tanta calma como claridad, que en 5 minutos vas a pedirles que terminen de jugar definitivamente y que les volverás a avisar cuando la cena ya esté completamente lista. ¡Nos sorprenderemos al ver que en la gran mayoría de los casos hallaremos una mayor predisposición de su parte!, con este preaviso el niño aprovecha para saborear el último ratito de su actividad, preparándose para lo que viene, así, logramos transmitir un clima de respeto por sus actividades, sus tiempos, y además, le damos la oportunidad de quedarse con una sensación agradable en su memoria, lo cual le permitirá volver a ella con entusiasmo en la próxima oportunidad.
