Actualmente, las comunidades a las que concurrimos suelen tener una estructura de Morim y Rabanim. Muchas veces dichas comunidades también tienen colegios, los cuales tienen docentes. Pero, ¿es suficiente para los más chicos —o para un adolescente— contar con estas figuras?
Solemos creer que sí, que los buenos ejemplos o las buenas imágenes son suficientes, y que cuando un ambiente tiene dichas figuras, el educando tiene lo suficiente para crecer.
En mi experiencia tanto de educador como de educando me encontré con que muchas veces la imagen del Rab o More se queda corta. Claramente, son necesarias, ya que nos inspiran respeto y admiración; sin embargo, el joven rara vez tiene acceso a una charla abierta y cómoda con sus Morim o Rabanim. No es su culpa, es solo que nuestras comunidades son muy grandes para abarcar a cada niño de forma particular, dándoles el espacio y tiempo adecuado.
Junto con esto, es difícil generar esa cercanía entre los más jóvenes y los líderes comunitarios, ya que esta se da por los puntos de encuentro que tenemos con otros. Y siendo que los más chicos distan mucho de la situación en la que se posiciona un adulto, es complicado que esta cercanía se pueda dar.
Cuando pienso en nuestras Kehilot, encuentro que una de las problemáticas más difíciles que afrontamos es que no tenemos una fuerza líder más joven, y que la brecha que hay entre los líderes (rabanim) y los más pequeños es muy notoria, impidiendo un desarrollo y mentoría adecuada para ellos. Pienso que debemos prestarle más atención a este problema, y que junto con los Rabanim y padres que buscan educar, necesitamos una segunda línea de jóvenes que quieran ayudar a desempeñar esta tarea.
Cuando aún estaba en el secundario también notaba este problema en los adolescentes, pero no sabía como salir de la formalidad de un aula o de un temario definido sobre Yahadut. Lo que hasta ese momento no entendía es que las soluciones a los problemas que veía no estaban en las 4 paredes de un aula, ni de los Morim que estaban a cargo.
Fue una suerte conocer a Vladimir en ese momento. Su idea y tema de conversación iba más allá del temario que yo conocía y que generalmente se da en los colegios, así como su visión proyectaba una educación que no se limitaba al aula.
Junto con él creamos un espacio de madrijim distinto a lo que generalmente estábamos acostumbrados. Nos introdujo a un marco de educación distinto, el no formal. Uno en el que siempre aprendemos, estemos o no enfocados en aprender.
Fue una herramienta muy útil para formar educadores más completos, pero sobre todo para conectar esa fuerza de madrijim jóvenes con estudiantes de primario o secundario de una manera que no había visto antes.
Es la manera de acercarse y darle el espacio a cada niño, acompañando desde una óptica más detallada.
El Moré Jaim Danilewicz es estudiante avanzado de ingeniería en informática y educador. Estudió en Yeshivat Aish HaTorá en Jerusalem y es un Madrij egresado de la escuela de Madrijim Najshonim de Bs. As. y tiene experiencia en Hadrajá, Jinuj y Kiruv Kerovim uRejokim. Hoy en día se desempeña como profesor de matemáticas y programación

