
PREGUNTA
En la educación de nuestros niños es sumamente importante que lo que nosotros vayamos a transmitir, la forma, no sé a través de la presión del miedo, del terror, de la amenaza, por obligación, a la fuerza (no somos una secta); ahora se despierta la siguiente pregunta: Si esta es la forma en que nosotros queremos transmitir los valores y que se sean parte del niño, suena extraño que en diferentes pasajes de la Torá pareciera todo lo contrario. Por ejemplo en el momento de la entrega misma de la Torá (cuando se les dice, si la reciben perfecto y si no este va a ser el lugar de vuestra sepultura. Lo mismo con respecto a las maldiciones que figuran en dos parshiot diferentes y las cuatro muertes capitales (sekila, serefa, ereg vajenek) osea parecería que es eso va por un camino diferente a lo que estamos sugiriendo.
RESPUESTA
Excelente pregunta.
Aquí hay varios elementos:
1) Midrash sobre la entrega de la Torá (que indica que la recibimos por obligación).
2) Maldiciones asociadas a no cumplir la Torá.
3) Castigos del Beit Din.
Responderé primero en forma técnica, enmarcando cada una de las fuentes que citas, para luego dar una respuesta más global vinculada a la pregunta de jinuj.
1) Primero que nada, los Midrashim no son literales (tal como dicen frecuentemente en nombre del Rambam “el que los cree – en forma literal – es un tonto y el que no los cree – los ignnora en lugar de profundizar en ellos – es un kofer (negador de la Torá)”. Este Midrash en particular hace referencia al hecho de que una revelación tal como la del Monte Sinaí implica un nivel de claridad de la verdad que no es posible negarse a ella. Simplemente el libre albedrío desaparece ante la contundencia de la revelación Di-vina, solo hay posibilidad de elegir cuando existe la duda sobre qué es o no lo correcto.
En ese sentido la educación es precisamente el ámbito contrario, de la duda o la incerteza, la persona tiene una dualidad a la que se enfrenta en forma constante: hacer lo que quiero (en base a mis valores e ideas) o hacer lo que tengo ganas (en base a lo que siento ahora mismo independientemente del futuro). La educación es el fortalecimiento del koaj habejirá – de la fuerza de la elección. Es decir, que este Midrash no apunta a un aspecto educativo, sino a la descripción de una realidad concreta.
2) Las maldiciones por incumplimiento de la Torá son diferentes. Aquí si se trata de aspecto lindante con lo educativo. El Rav Igal Snertz Shlit´´a ha mencionado en numerosas oportunidades que las maldiciones de la Torá cumplen una función específica: la de brindar trascendencia a las acciones humanas. Lo que le da relevancia a una acción es aquello que sucederá como consecuencia directa del hecho de no llevarla a cabo. Una acción que no tenga ninguna consecuencia negativa al no hacerse es simplemente irrelevante. La noción de importancia, responsabilidad y valor aplicadas a la acción humana está directamente conectada a las consecuencias de dicha acción.
Por ejemplo, si una persona empuja a otra para que un auto no la pise está sin lugar a dudas haciendo algo importante. Esto es independiente del hecho de que empujar a alguien en sí no es relevante; tampoco hay un esfuerzo significativo en la acción, sin embargo el hecho de que si él no lo empujaba podría haber terminado en una tragedia, convierte al acto de empujar en una acción noble, loable y sobre todo significativa.
Esta es la razón por la cuál la Torá insiste en las consecuencias negativas que tiene el hecho de no cumplir las mitzvot (preceptos). Cada acción buena que hacemos es doblemente significativa, si no las hacemos el mundo no se mantiene neutro sino que se torna más oscuro, la indiferencia no es una opción en el judaísmo – “el que no aumenta disminuye.” (Pirkei Avot).
3) Con respecto a los castigos del Beit Din, existe sin lugar a dudas un aspecto similar al mencionado anteriormente, solo que mucho más concreto. Las consecuencias de una mala acción está penada por la ley “civil” de la Torá (en el judaísmo no existe separación de la ley civil y religiosa, es un solo corpus), eso significa que nuestras acciones tienen consecuencias reales para nosotros en el mundo físico. ¿Por qué entonces decir que tiene un mensaje educativo? porque sabemos que la Ley Judía busca por todos los medios posibles evitar aquellos castigos, incluso en casos realmente graves, tal como aparece en la Guemará de Macot, que un Beit Din (juzgado penal judío) que dictamina una pena de muerte una vez cada 70 años se considera un juzgado derramador de sangre.
En realidad estos últimos aspectos están relacionados a cómo debemos ver la vida: nuestras acciones son relevantes, importantes y valiosas, de hecho existen numerosas fuentes vinculadas a esta idea (somos responsables unos por los otros, no es nuestra obligación terminar la tarea, pero no podemos desentendernos de ella, etc.), es decir, que son parte de nuestra hashkafá (cosmovisión). Sin embargo no son mensajes educativos en sí, sino parte de los límites que posibilitan la acción educativa posterior. Lo que construye jinuj es el contenido posterior y no los límites.
El objetivo de la Torá no es cumplir mitzvot por miedo o presión, es identificarnos con el bien: disfrutar al hacer lo que consideramos correcto.
Esto no excluye ni los límites ni la iráh (reverencia, conciencia), todo lo contrario, sin irah (conciencia) no hay ahava (amor) por lo que uno hace, solamente que hay que matizar. No es que todo sea solo lindo y simpático siempre, pero sí que todo lo que sea límite esté orientado a crear identidad en el niño en forma agradable y no lo contrario. Es por este motivo en que no insistimos constantemente en las consecuencias negativas, eso provocaría lo contrario: generaría miedo, parálisis y disgusto respecto a hacer lo correcto, es decir, sería lo más antieducativo posible.
Toda acción que genere rechazo por una mitzvá o buena actitud no es educativa, quizás sea coacción, obligación o similares, pero nunca será considerada una acción educativa. Hace que lo correcto se perciba como algo externo al niño en lugar de lograr identificación.
En definitiva, estos elementos ayudan a crear conciencia de la importancia que tiene aquello que hacemos: si uno no empujaba a esta persona… la persona se moría… eso convierte a la acción en realmente significativa. Sin embargo, estos no son aspectos educativos sino previos a la educación, son el marco de realidad y conciencia en el cual nos movemos. La educación empieza con los aspectos positivos, el contenido real con que la persona debe vincularse e identificarse, y para ello es indispensable sentir placer y agrado al hacer el bien.


