REESCRIBE TU HISTORIA: IOM KIPUR – Por Rav Vladimir Milessi

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Iom Kipur es el día más feliz del año judío.

Esto se debe a que simplemente es el día en que nuestros mayores errores pueden, sin más, dejar de existir.

No es el “día del perdón”, el perdón implica la mella, el recuerdo de un error aún presente en la memoria.

Iom Kipur es el día de “expiación” (kapará), donde nuestro “yo” del pasado desaparece como si nunca hubiese existido, en el momento en que me arrepiento sinceramente por ello (Mijtav meEliahu).

En el comienzo de la esclavitud de Am Israel en Egipto, la Torá expresa el sometimiento y la subyugación del pueblo hebreo ante los egipcios, afirmando que los hicieron trabajar “beparej”, término que usualmente es traducido como «trabajo quebrantador». Es decir, un trabajo excesivo y extenuante que nos remite automáticamente al estado de esclavitud.

Sin embargo, Rav Sh. Refael Hirsch nos enseña que en toda la Torá Escrita no se encuentra ningún otro término similar a este fuera de la palabra «parojet”.

El parojet es la cortina que separa el Kodesh, lugar sagrado del Mishkán, del Kodesh haKodashim, es decir, el lugar más sagrado del Santuario, donde sólo el Cohen Gadol entraba una vez al año durante el servicio de Iom Kipur.

Cabe preguntar, entonces, ¿Qué relación existe entre la opresión egipcia hacia los hebreos y el parojet? 

La respuesta es asombrosamente simple, el punto en común es la separación que producen.

Los egipcios segregaron a los judíos haciéndolos trabajar duramente para luego despojarlos de todo derecho civil, y así, poco a poco también les quitaron su dignidad, iniciando un proceso ascendente de deshumanización al final del cual, ya no sentían ninguna misericordia hacia quienes habían dejado de considerar humanos.

El More Ariel Brener explica que este es el mismo método utilizado por los nazis, y no solo eso, sino que a través de este paralelismo podemos medir y sentir la magnitud de la esclavitud en Egipto hoy en nuestra época.

 En la actualidad existen formas más sutiles de sometimiento y separación entre las personas… vemos como niños, jóvenes y adultos se desconectan de sus entornos al ceder espacio al materialismo que a veces los arrastra, sin darse cuenta, hacia el individualismo y la alienación.

 Cada uno de nosotros tiene la maravillosa misión de «abrir la cortina» para que entre la luz en la vida de familiares, amigos, y especialmente de nuestros hijos.

Volver a crear vínculos positivos y significativos con quienes nos rodean.

Hoy, de nuevo, tenemos la oportunidad de crear un nuevo futuro, reescribir nuestra historia y la de nuestras familias. 

¡Que el mundo se llene de luz depende de nosotros!