AYUDANDO AL ADOLESCENTE – Por Jaim Danilewicz

La adolescencia probablemente sea un tramo que deja confundidos a padres y educadores, que no logran entender el pasar de sus hijos. ¿Cómo entenderlo cuando es común que ni el propio hijo o educando lo entienda? Esta etapa puede verse como un puente angosto, donde ese niño, con sus características de siempre preguntar, ver el mundo a lo ancho y a lo largo, con personalidad y seguridad depositada en los padres, pasa a ser ahora una persona que no termina de encontrar respuestas, que trata con nuevas emociones, busca experiencias y construye una identidad para pasar a la adultez.

Ser adolescente de eso se trata: de pasar de un tramo de la vida a otro completamente distinto. Es transitar un mundo lleno de emociones fuertes, construir una identidad y buscar la verdad sobre sus nuevos intereses y desafíos a conquistar. Es la dicotomía de pasar de la niñez a la adultez, sin estar aún parado en ninguna de estas etapas.

Pero, ¿cómo podemos, como padres o educadores, ayudar a los adolescentes a pasar de la mejor manera este tramo tan complejo?

Por lo general, los adolescentes se encuentran en una etapa en la que intentan diferenciarse del resto, incluyendo la familia y el entorno. Solemos querer darles consejos y nos sorprendemos cuando estos son rechazados. Es lógico que queramos ayudarlos en su búsqueda, pero muchas veces no parecen escucharnos. Es posible que en esta etapa estén buscando que los respeten y que les muestren apoyo incondicional, tanto de los padres como de los educadores. Muchas veces, educando con cariño y el ejemplo, haciendo pasar una buena charla o un buen momento —un espacio que podemos generar dentro y fuera del aula, también en la casa— podemos ayudar más que con los consejos o los retos.

Otra cosa que debemos entender es que cada persona es distinta. «Un verdadero líder no crea seguidores, crea líderes». Debemos educar a cada joven para que se encuentre a sí mismo, más allá de nuestros propios gustos e identidad, para que pueda crear la suya. Como dice el pasuk: «חנך לנער על פי דרכו» («Educa al joven según su camino»).

El Rav Akiva Tatz Shlit´´a, en su libro Vivir Inspirado, nos cuenta sobre tres etapas que todo ser humano recorre: el camino comienza en un niño, que ve un mundo sin límites, pudiendo ser parte de él de manera amplia y extensa. Al poco tiempo, este niño crece hasta ser adolescente, dándose cuenta de que el mundo tiene problemas y limitaciones, que no es tan fácil superar todas las dificultades. Por último, el adulto es solo aquel que puede formarse a pesar de dichas dificultades, haciéndose a sí mismo y al mundo un lugar mejor.

Este modelo se corresponde con las tres cualidades de Hashem: Jojmá (חָכְמָה), que es la sabiduría, el conocimiento de los principios fundamentales que rigen el mundo, pero con una visión sin profundidad ; Bina (בִּינָה), que es la comprensión parcial donde hay dificultades, donde todo tiene reglas y limites; Por ultimo Da’at (דַּעַת), que es el conocimiento profundo, que permite al adulto actuar con claridad y propósito.

Con la ayuda de D-os, que podamos ayudar a los más jóvenes a realizar su camino, haciendo a la continuidad de nuestro querido Am Israel.

El Moré Jaim Danilewicz es estudiante avanzado de ingeniería en informática y educador. Estudió en Yeshivat Aish HaTorá en Jerusalem y es un Madrij egresado de la escuela de Madrijim Najshonim de Bs. As. y tiene experiencia en Hadrajá, Jinuj y Kiruv Kerovim uRejokim. Hoy en día se desempeña como profesor de matemáticas y programación