En nuestros días está muy en boga el tener en cuenta al niño desde su subjetividad. Hoy me gustaría reflexionar sobre una confusión extendida al respecto.
Es cierto que hasta hace no tanto los niños prácticamente carecían de voz, con lo que esto conlleva… Sin embargo, a veces confundimos el respeto y reconocimiento del niño como sujeto con el relacionarnos con ellos como lo haríamos con un adulto.
Una mirada constructiva implica reconocerlo en su condición de niño, con sus características y necesidades propias.
Una de ellas es la falta de posesión de un criterio suficiente y maduro que les permita medir los efectos de sus acciones a largo plazo, y es ahí donde se nos pide estar atentos como padres. Un niño puede identificar qué le gusta o divierte, pero no qué puede generar cierto tipo de diversión, ni en que dosis es saludable.
Lo mismo aplica a ciertas actividades que pueden ser de su interés, pero que ciertamente le son necesarias para lograr un equilibrio en su rutina, como puede ser una actividad física, creativa o social.
La mirada que se requiere de nosotros es la mirada de un adulto, que vea al niño como niño.
¡Que tengamos el placer y la satisfacción de ver crecer a nuestros hijos cada día un poco más!
