Los libros-álbum son, en general, libros ilustrados sin texto. También existen algunos que tienen textos escritos muy breves, para acompañar o complementar las imágenes. Lo característico y específico de estos libros es que las historias son contadas por los dibujos, y las palabras, en el caso de que las tengan, son accesorias o simplemente complementarias de las imágenes.
¿En qué incide el formato?
El formato incide en el relato: algunos libros juegan con la historia desde la tapa e incluyen la contratapa, otros les dan continuidad a los dibujos en páginas contiguas, cambiando el significado o el sentido de lo que se da a entender en un primer momento.
Un ejemplo de esto es el libro Trucas, de Juan Gedovius, que tiene una gran cantidad de recursos, de juegos y de lecturas posibles. Cuando vemos a Trucas encontrar el lápiz, sabemos que lo va a agarrar porque quiere dibujar, también creemos en lo que vemos: un lápiz. Pero en realidad, ese lápiz que mira el personaje es la cola de otro personaje; al dar vuelta la página, Trucas se encuentra en una situación de peligro por haber intentado agarrarlo, y los lectores descubrimos la continuidad porque el dibujo continúa y se conecta con la página siguiente. Sorprende a Trucas, y sorprende a los lectores también.

En la imagen vemos a Trucas arrugando la página que tenemos en nuestras manos, rompiendo el universo del personaje para meterse en el nuestro. Esto genera interrogantes en los más chicos, dudas o sorpresa en los más grandes.
¿Para qué edades son? ¿Qué se puede trabajar con ellos?
La lectura de estos libros no tiene edades, porque los recursos para trabajar cada uno son infinitos. En secundaria se trabajan los recursos retóricos, los cambios de voces, la producción de textos a partir de las imágenes, la reflexión, la crítica. En primaria se puede jugar mucho con los tipos de narradores y la escritura. Con niños de jardín, desde los tres años (dos y medio incluso), se trabaja la secuencia temporal en la narración, el reconocimiento de elementos familiares, los colores, los números, es infinito el contenido. Y en todas las edades, el asombro y el interés es explícito y evidente.
La magia de los libros-álbum radica, además, en el silencio, un silencio que habilita las diversas formas de interpretación y que permite mostrar significados que a veces exceden las palabras. El silencio habilita puntos de vista y, cuando hablamos de lectura en niños, podemos ver sus propias representaciones de los eventos que suceden a lo largo de la trama.
Los libros-álbum presentan un lenguaje repleto de recursos retóricos que obligan al lector a interpretar, inferir, pensar sentidos, abrir interrogantes y, a su vez, hilar una trama. A diferencia de la lectura que es explícita o explicada en exceso, este modo discursivo no subestima al lector; por el contrario, le da la posibilidad de ser un lector activo en la tarea de leer y comprender un texto. Por esto, la lectura del libro álbum implica un trabajo cognitivo importante y un desafío que motiva y atrapa a los chicos.
Estos libros juegan con lo no explícito, lo que se dice debe ser interpretado, lo mostrado debe ser encontrado. Esta forma de descubrimiento en el libro álbum hace que los niños sientan confianza en sí mismos y en su capacidad de comprensión y análisis, mientras que la guía del docente o adulto puede prestar herramientas para que accedan cada vez a una interpretación más profunda de la trama. Asimismo, los chicos suelen sorprendernos y la contribución de perspectivas puede ser tanto de nosotros para ellos como de ellos para nosotros.

